Acaba otro año, acabamos nosotros.
Trescientos sesenta y cinco días de fracasos y supuestas alegrías que se van por el retrete y se quedan plasmados en fotografías que borraremos cuando no nos quepan más en la memoria del teléfono.
Muere un año más con sus doce meses y sus miles de millones de personas, los nuevos compañeros de trabajo, los viejos amigos que se van, los familiares que nos dejan para siempre, las horas extras, los bolsillos vacíos.
Se quema la última hoja del calendario y nos quemamos nosotros, con todos nuestros propósitos de año nuevo todavía por cumplir. Y nos toca renacer de nuestras cenizas, secarnos las lágrimas, ponernos la mano en el corazón porque sigue doliendo.
Acaba otro año, acabamos nosotros.
El viento nos marca siempre los primero días de un mes de Enero que nos lleva a remolque, y la esperanza se nos vuelve a encender con la llegada de nuevas hojas de la agenda que llenar de citas con personas pasajeras.
Sonreímos un par de horas después de las campanadas y creemos por un momento que quizá está vez todo irá bien, que este será nuestro año y que el agua volverá al cauce del cual nunca debió salir.
Champagne del bueno o del malo, aún quedan turrones en las mesas y las nubes vuelven a nuestras cabezas. La niebla vuelve a instalarse entre nosotros dos, del mismo modo de siempre y nos volvemos a mirar sabiendo que hace años que dejamos de querernos, que intentarlo no es poder y que estos besos ya no dicen nada.
La mirada hacia el otro lado, el querer que te calles de una puta vez, que me dejes en paz, que ya no me conoces como crees, que tus abrazos ya no calientan igual en pleno invierno, que sales demasiado, que no me dices nada, que con quién hablas hasta las tantas, que con quién crees que vas a salir esta noche.
Basta.
Ya.
Acaba otro año, acabamos nosotros.
Para todos aquellos sin el valor suficiente para intentarlo. Quizá este año sí.
gracias por escribir💖