Ves que los días se apagan antes de tiempo, que el verano ya ha dicho adiós a su manera dejándonos como regalo un calor bochornoso e insoportable. Ves también que has hecho de ella una copa de cristal rota en mil gotas de vidrio, y que has esparcido sus pedazos. Ves que tú sólo eres una colilla apagada, pisoteada por cientos de personas, ahogada por la lluvia tormentosa de anoche. Ves que la superficie cada vez está más lejos y hay menos intento para alcanzarla y coger aire.
Y te cagas en todos tus muertos y te das golpes contra la pared por seguir siendo el mismo inútil de hace dos años, año y medio, un mes. Te dan ganas de saltar por la ventana por no saber dar pasos hacia delante ni hacia atrás. Te dan ganas de pegarte un tiro por permanecer estático, cerrado, quieto, parado; por no poder emprender la marcha, acelerar, salir del barro. Lo único que quieres es permanecer en tu cueva, sin luz, sin un mundo de las Ideas que ya nadie necesita.
Se ha roto el motor de la esperanza, el de la llama encendida en medio de la oscuridad, el del faro que iluminaba a los barcos de rumbo perdido en medio de la niebla. Se ha roto todo, nos hemos roto a fuerza de intentarlo. Lo único que veo en sueños (o pesadillas) es a ella preguntando a gritos:
Cariño, ¿qué nos has hecho?