Me pregunto algunas veces cómo era su vida antes de que tropezara conmigo, de que nuestros pasos coincidieran en la misma esquina de la calle, de que nuestras miradas se cruzaran de pronto con un aire diferente. Me pregunto si sus días eran aburridos, tranquilos, o llenos de problemas. Si yo sólo he sido una piedra más con la que tropezar. Si he sido yo ese nudo que no puede deshacerse con facilidad y que se acaba dejando por pereza. Si soy tan solo otra marca más sobre la piel, de las que acaban doliendo por el recuerdo y no por lo que fueron.
La vida cambia tan rápido de un día para otro. Dejas a alguien atrás, conoces a alguien nuevo, te descubres desnudando a una desconocida hasta hace media hora, te ves en el altar con alguien a quien no has querido nunca realmente, llevas flores al cementerio a quien se fue antes de tiempo. Y sólo podemos callar y tragar saliva ante tanta incertidumbre. Porque parece que no decidimos lo que va a pasarnos, da la sensación de que nos mueven con hilos que tiran de nuestras extremidades hacia donde no queremos. Y a mí se me hace cada vez más horrible dejar que cualquiera me lleve por caminos que no tenía ninguna intención de pisar.
Me pregunto la mayor parte del tiempo si sólo soy una equivocación, si soy para ella esa decisión de la que te arrepientes al momento. Si sólo soy un error de los que no tienen vuelta atrás. Si yo sólo soy un pasajero que ha coincidido en el mismo vagón y que acabará pronto su viaje, mientras ella continúa. Si soy tan solo ese con el que compartir el fuego y sus inquietudes cuando no queda nadie más disponible.
Estamos metidos en un laberinto del que no conocemos la salida, y por eso estamos tan perdidos. No nos atrevemos a decir en voz alta lo que pensamos, lo que queremos, por si fallamos. No nos han enseñado a acostumbrarnos al fracaso y debemos aprender a base de golpes. No sabemos aceptar un no, entender un tal vez, esperar sin desesperar.
Me pregunto siempre si soy peor de lo que parezco, si soy un fraude, si mis palabras te llegan hasta los huesos, si quieres cogerme de la mano en medio de la tormenta, si nos quedan cosas buenas, cuándo llegará el desencanto, hasta cuándo durará el presente, si esta tristeza durará para siempre, si dejaré de estar derrotado y de mirar siempre al pasado, si seré tu hogar algún día.
Me pregunto por qué yo.
Y nunca tengo respuestas.