Diciembre siempre es una mezcla de alegría y tristeza, de mesas llenas y corazones vacíos.
Y al revés.
Diciembre es un poco más gris que el resto, a pesar de las luces y los adornos navideños.
Ahora que han pasado los días de comidas y cenas familiares, de sonreír sin ganas y hacer como que disfrutas de todo, ahora vuelven la tranquilidad y el silencio. Toca despedir el año, o que él se despida de nosotros, con un portazo para no volver a vernos.
Espero olvidar pronto los malos momentos. Ha sido un año demasiado raro, tan lleno de baches y subidas, tan lleno de caídas y miradas al abismo, tan lleno de saltos, muros, noches sin dormir, sonrisas en las que no creía y un poco de felicidad.
Y parece que sólo he conseguido mantenerme a salvo gracias a tus manos.
Parece que me has hundido sólo para salvarme de nuevo.
A partir de ahora habrá que ver las películas nominadas a los Oscars en el cine, esperar los resultados de las elecciones después de la primavera, buscar nuevos grupos que nos alegren los días, intentar viajar más y más lejos, encontrar un hueco en el que sólo haya sitio para nosotros.
Necesito tiempo y café infinitos, menos vasos de plástico y más calma.
Me hacen falta menos libros y más lecturas, más música y menos discos.
No sé si ahora me entiendes o sigo explicándome mal, como me pasaba al principio.
Pero sigo callando te quieros por miedo a equivocarme.