El tenis o la metáfora estúpida de la existencia.

A veces hago cosas de persona normal, o de persona triste, según se mire. Mientras paseaba solo por el barrio, si es que puede llamarse así a un lugar en el que sólo hay bloques de edificios impersonales que casi rozan el cielo, he caído en la cuenta de una bonita metáfora de la vida. He detenido mis pasos frente a un par de pistas de tenis en las que dan clases todos los días y me he quedado mirando lo que supongo que era una competición entre amigos. De esos grupos de hombres que ahora, a los 50 años se preocupan por llevar una vida sana y alejarse de manera disimulada durante unas horas de sus familias.

Entre las luces de los focos, la pelota iba de un lado al otro del campo y reconozco que durante un momento he parecido uno de esos idiotas que van siguiendo su trayectoria, como cuando un perro sigue con la vista el movimiento de la comida de los comensales del plato hasta sus bocas. Lo importante del asunto es que me he dado cuenta de que el tenis resulta, a parte de un deporte más o menos aburrido depende de a quién le preguntes, una bonita metáfora de nuestra maldita existencia. Llega un momento en el que saltas de un impulso, o algo te golpea para que sigas adelante y cuando todo parece ir bien, cuando estás con esa sensación de extraña felicidad, de flotar en el aire, acabas cayendo hasta que algo o alguien te impulsa de nuevo. Supongo que todos nos acabamos sintiendo así, que la vida es un traspiés tras otro, que cuando llevamos demasiado tiempo flotando algo debe pasar para que se tuerza nuestro rumbo y acabamos en el suelo.

Pero no hablo por todos, nunca lo hago, hablo por mí mismo. Una vez más. El problema reside en que ya no creo en nada, sólo sé que tarde o temprano voy a recibir otro golpe, sólo tengo claro que volveré a levantarme para caer de nuevo. Sé que esto de respirar doce veces por minuto acaba siendo un bucle de días malos que pasan y días buenos que duran poco.

Y siempre estoy asustado, alejado de todos, oculto en la penumbra. Y aún no sé cómo no te has dado cuenta.

Seguiré callado, esperando en el camino.

[Manda huevos que un deporte me haya hecho escribir otra patraña hoy. Una metáfora estúpida de la existencia.]

2 comentarios en “El tenis o la metáfora estúpida de la existencia.

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