Lo único y lo último.

Predico en el desierto, hablarte a veces es como meter monedas en un bolsillo roto. Mis palabras caen al suelo, ni siquiera te paras un segundo a prestarles atención, a intentar ver más allá de las formas, buscar el verdadero significado. Te quedas con la superficie igual que hace el resto cuando no debería ser así.

Esperaba otra cosa.

Esperaba tantas cosas.

Que ya no van a suceder.

La gente ya me mira y me pide que salga de este puto agujero y no puedo. No tengo fuerzas para afrontarlo todo, hace tiempo que las paredes caen sobre mí sin que pueda sujetarlas. Hace tiempo que el corazón me parpadea como señal de alarma, para intentar evitar el dolor de manera permanente y no lo consigue, no lo consigo.

Estoy herido entre tanto fuego amigo.

No soy capaz de olvidarte, de dejarte atrás, de caminar sin buscarte con la mirada.

No soy capaz de quitarme el nudo en el estómago ni la tristeza con una ducha caliente, ni con pastillas blancas, ni con golpes en la cabeza.

Me gustaría levantarme un día y sentir indiferencia, que nada importara, que todo fuera relativo, que no me hiriera mi imaginación, ni una palabra, ni un nombre apareciendo de la nada en la pantalla de un teléfono.

Te equivocas al creer que me curo cuando te alejas.

Te equivocas al pensar que disimular es la mejor opción.

Te equivocas al pensar que nadie se ha dado cuenta de lo que me pasa.

Te equivocas al creer que es mejor no arriesgarse, aferrarse a la comodidad insana de lo conocido.

Me equivoco al creer que algo va a cambiar por mucho que siga con las manos tendidas hacia a ti esperando a que vengas para abrazarte de por vida.

Me equivoco al pensar que querernos sirve de algo.

Me equivoco al pensar que ves en mí lo mismo que veo yo en ti.

Me equivoco al creer que saldrás a la luz dejando atrás los miedos.

Cuidarte en la distancia, ser tu escudo hasta convertirme en materia inerte, impedir que te derrita el sol del verano, no dejar que te tumben las malas rachas de viento, ni que tus pies se queden anclados en el lodo.

Es lo único y lo último que puedo hacer.

Es lo único y lo último que me dejas hacer.

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