Mar y desierto.

El día a día es una amalgama de sentimientos y hechos que la mayor parte de las veces nos sobrepasan. Somos incapaces de afrontar y asumir la gran mayoría de las cosas que nos suceden. La vida es como una apisonadora que vemos venir de lejos, llega, nos destroza y se va, dejándolo todo arrasado a su paso. Como los que talan el Amazonas, como un incendio intencionado, como un vertedero ilegal.

Somos copas de bourbon seco que se vacían a pequeños tragos, y no podemos avanzar porque siempre nos atenaza el miedo. Nos aferramos tanto a lo conocido, nos hacemos tan pequeños pensando en los demás antes que en nosotros mismos.

Será raro eso de tener sin poseer, de asumir la libertad, de dejar hacer; pero es que nadie ha visto como yo al viento sonrojarse cuando mece tu pelo. Será raro eso de sentirse bien con ver media sonrisa, de descubrirse en el reflejo de unos ojos que saben verte, de besar sin remordimientos; pero es que nadie ha visto como yo tu perfecta silueta recortada a contraluz.

Yo sólo sigo siendo un iluso que quiere que seas imprescindible sin tener que morirse por dentro cuando no estés. Un iluso que quiere que seas día y noche sin sentir que se queda sin aire porque hace tiempo que no se esconde en el hueco de tu cuello. Un iluso que rellena hojas de una libreta mientras te espera.

Todo esto no es más que mar y desierto, y domingos sin café y compañía.

Siento el vacío cada vez que miro al techo abrazando el insomnio en plena madrugada. Y no tengo más pretensión que la de sentir la adrenalina, ver contigo cada cambio de estación, observar los rayos cortando el viento en Noviembre y construir trincheras desde las sábanas.

Tengo tan claros los esquemas, las líneas de nuestras vidas, las palabras que pronunciar, las respuestas correctas, los besos clave.

Lo que no quiero es ver el tiempo convirtiéndose en cenizas delante de nuestros ojos porque no hemos podido controlar toda esta ola de cuervos y destrucción.

Lo que no quiero es retroceder por culpa del dolor.

Lo que no quiero es que se derritan mis alas por volar demasiado cerca del sol.

Lo que no quiero es tener que huir de ti aunque sea lo que me dicta la razón.

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