A golpe de bisturí.

Tenemos la vida llena de espejos para recordarnos los defectos, como si no tuviéramos suficiente con cada imbécil que nos cruzamos y que se dedica a decírnoslo sin pelos en la lengua. Modelos, actores y actrices como dioses a los que alabar. Las fotografías retocadas nos matan las expectativas de llegar a ser alguien cualquier día de estos.

Y tenemos que ir a golpe de bisturí para retocarnos la nariz, que nos quiten las ojeras, que nos pongan tetas y el culo en el sitio.

Parece que si somos de verdad ya no gustamos, que si tenemos una arruga bajo los ojos ya no interesamos. Para mí que la perfección está más en una palabra a tiempo que en un cuerpo esbelto todo esto me acaba dando vergüenza. Tener que peinarme otra vez porque si no alguien me señalará con el dedo, elegir la camisa adecuada, los pantalones que queden bien, ocultarme de la gravedad desnuda que tire de uno de mis michelines.

No sé en qué momento de la historia los seres humanos decidimos complicarlo todo, empezar a ser fachada y dejar de cultivar el espíritu, el cerebro o lo que sea que tengamos dentro. No sé por qué tuvimos que distinguirnos por llevar corona y capa en lugar de harapos. No sé por qué unos hicieron fuego y se convirtieron en los dueños de la cueva. No sé por qué miramos al cielo y alguien escribió los diez mandamientos.

Construimos catedrales y templos, y ahora hay quien te marca con rotulador negro las arrugas y los pliegues porque ya no quedan bien, y hay que tirar de ellos hasta que tu cara sea la de otra persona.

Nos han obligado a frenar, nos han prohibido pedirnos el mundo entero de postre. Y yo me niego, me niego a tener que estar pendiente de qué dirán los demás, de tener que echarme una armadura encima para que nadie piense que yo estoy fuera del juego del común. Me niego a ser esclavo de revistas y falsos profetas.

Quiero lo fácil.

Caminar entre la gente estrenando un nuevo amor, disfrutar del tiempo en lugar de dejarlo escapar, pisar un charco y que me de la risa, vivir en una casa sin tejado pero en la que tú estés.

Lo artificial se lo dejo a otros, las verdades a medias, el interés oculto, el no decir las cosas claras.

Te prometo que voy a ser sólo lo que ves, y que no haré más promesas que esta.

Texto original publicado en Krakens y Sirenas.

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