Rara avis.

Somos materia orgánica en proceso de descomposición permanente. Estamos muriendo mientras vivimos, y el tiempo va poniéndonos en el sitio hasta colocarnos en la tumba.  El hueco anónimo de nuestra lápida en un cementerio de almas malditas nos espera impaciente. Nos arrastran los minutos a la casilla de salida, a saltar al vacío, a sonreír cuando no hay miedo a equivocarse.

Ilusos del mañana, que todavía creemos en una existencia mejor, en un destino sin nieblas tenebrosas por delante. Vamos a tener que abrir los ojos y sacar los puños, y golpear con rabia al pasado, al presente sin sentido, y al futuro que no queremos tener.

Las piezas siempre acaban encajando, tarde o temprano, y cada peón tiene una misión en esta partida extraña en la que nunca sabemos cuál va a ser el próximo movimiento. Tendremos nuestras recompensas y cumpliremos nuestras condenas.

A veces siento que la melancolía se está esfumando y que me estoy quedando vacío por reír más de la cuenta, por no tener el horizonte lleno de nubes. A veces siento esa tranquilidad que llevo buscando desde hace tiempo. A veces pienso que todo podría ir bien y luego vuelvo a caer en la oscuridad de la primera taza de café humeante que me plantan delante.

Vamos a tener que trazar una línea para separar el sueño de la realidad cuando alguien llame a nuestra puerta y nos entregue una carta que lleve nuestro nombre. Todavía tenemos incertidumbre en el primer y último latido, y taquicardias de madrugada. Todavía tenemos preguntas que no sabemos responder.

Ni cuándo, ni cómo, ni si pasará. Y no hay nada que yo pueda hacer para impresionarte.

Se hace tarde, y me he descubierto escuchando canciones de rap que me han obligado a pensar en ti. Y no entiendo de bases, ni ritmos pero somos el cruel reflejo de algunas de sus letras.

Eres la única que follándome me hizo sentir movidas en el pecho.

Voy a darme una ducha de agua fría, a romper otro jarrón, a ver Match Point y brindar contra las sillas.

Voy a seguir roto, lleno de cicatrices sobre el esternón secándose al aire.

Somos distintos.

Somos rara avis en un mundo de ineptos.

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