Dardos en el cuello.

Desde hace unos días el viento sopla un poco más fresco y con más intensidad, augurando días grises, sugiriendo en el vuelo de las hojas que tú al igual que hará el verano también te irás.

No me vi reflejado en tus pupilas la última vez que me topé contigo, supongo que ya porque ni pierdes el tiempo en mirarme como hacías antes. Al contrario que yo que sigo lleno de inquietudes y de interrogantes, y no puedo dejar de mirarte si estás conmigo.

Mantengo viva la curiosidad de saber qué estarás pensando, qué rondará tu cabeza.

Mantengo vivas las ganas de ver cómo te enfrentas al mundo en plena noche cerrada, de ver cómo te aferras a las sábanas antes de que se cuele el sol por el resquicio que deja siempre tu ventana abierta.

Mantengo vivas las ganas de probar de tus labios el licor de la copa.

Nunca entenderé ese miedo extraño que da la felicidad cuando se asoma, ni tampoco los motivos que nos llevan a estropearlo todo cuando parece que el motor consigue arrancar de una vez y empezamos el camino.

Nunca entenderé por qué no puedo poner a los Black Pumas de fondo y que nos permitamos no pensar, dejarnos llevar, enredarnos como si el mundo no existiera más allá de tu aliento, del sudor y de los dardos en el cuello con la forma de tus dientes.

No debe ser tan extraño llenarlo todo con tus colores favoritos.

No debe ser tan complicado volver a lo que fuimos.

No debe ser tan imposible que la calma nos rodee de nuevo, que podamos cogernos de la mano, borrarnos del mapa, tirar los teléfonos y llenarnos de valor beso tras beso.

No debe ser tan difícil si sigue habiendo viejos que se dicen te quiero antes de dormir.

No debe serlo porque si lo pienso, lento, me quedaría contigo para siempre.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s