Necesidades básicas.

Necesito otra vida con más suerte, en la que me pasen cosas mejores, en la que tenga más tiempo para estar contigo y las cosas nos vayan bien.

Necesito otra vida en la que no tarde tanto en atreverme a decir todo aquello que quiero y en desechar lo que me hace daño en el primer momento.

Sólo necesitamos alguien que nos pregunte si estamos bien antes de dormir, que sea capaz de abrazarnos hasta romper nuestra penas, que nos permita llorar hasta quedar en calma entre sus brazos.

El final que no queremos sobrevuela nuestras cabezas y no sabemos cómo afrontar tanta incertidumbre entre los dos. Puedo confesar que has sido lo más real que me ha pasado, que has sido el primer amor que he sentido en esta etapa supuestamente cercana a la madurez. Un amor de los que se tocan, no de los que se idealizan. Un amor de los que se hacen, no de los que se piensan.

Me daban igual tus defectos y los míos porque juntos nos quedábamos siempre en empate. Y es bonito y triste al mismo tiempo ver cómo siendo piezas capaces de encajar a la perfección vamos a dejarnos perder. Piezas que encajan a la perfección a pesar de sus astillas, y las púas de cactus con las que a veces nos llenamos la piel.

Contigo todo es vértigo y caída libre, y me había acostumbrado a tenerte unos segundos y desearte el resto del tiempo. Pero es cierto, necesitamos alguien para quien seamos prioridad y no el segundo plato, el plan b, el rescate cuando no hay nada mejor que hacer. Necesitamos alguien que no necesite sentir que te estás marchando para abrir los ojos y darse cuenta de que te echa de menos.

Con lo que a mí me gusta probar el rojo de tus labios y voy a tener que renunciar a ellos, darte la espalda, cerrar los ojos, no verte más.

Deja un comentario