Etiqueta: trágico

En construcción.

La ciudad está en construcción, como algunos corazones en los que, si te asomas, pueden verse los cimientos a medias y las anti-estéticas grúas amarillas ocupando el horizonte. Es todo tan nuevo por estas inestables tierras llenas de agua salada y mañanas de niebla densa que ni siquiera el clima sabe cómo debe comportarse.

El mundo ya está tan loco como lo estoy yo.

Y, a pesar de todo, la vida sigue pareciendo bonita entre tanta maraña de mentiras sin control y gente sin escrúpulos.

Lo trágico es que hemos dejado de pensar en el futuro porque dudamos ya de su existencia, y que la inspiración está en estos tiempos tan arrinconada como las personas de buenos sentimientos.

Y que yo estoy tan lejos de ti como el fuego de la gasolina, o el ratón del gato.

Vuelvo a las andadas, a reiniciarme y llenar la nevera de cerveza, a pasar las noches pegado al sofá, entre libros que no consigo acabar y series que escucho de fondo.

He vuelto a volver.

Mi única misión a cumplir es dejar de tener planes, dejar de adelantarme, quitar las piezas del tablero y guardarlas de nuevo en su cajón.

Y escuchar el saxo tenor de Stan Getz cuando la luna se enciende, se me cansan los dedos y el alma, y la noche se antoja demasiado larga y tediosa sin compañía.

Te dejo las llaves debajo del felpudo de la puerta.

Entra cuando quieras.

 

Metamorfosis.

De gusano a mariposa, de óvulo y espermatozoide a ser humano. O algo parecido. Organismos vivos que deambulan por el mundo sin ningún objetivo aparente. Somos la especie que destruye la especie.

Cambiamos a diario, nos transformamos. Convertimos sueños en realidad, paz en tragedia y la calma en tempestades. Palacios en ruinas, sal en alimento y amor en migajas. Capaces de lo más grande y lo más ruin. Lo tenemos todo en nuestras manos y estamos perdiendo el tiempo, se nos escapan los minutos a cada vuelta de las manecillas por la esfera del reloj y seguimos contemplando el paisaje como si nada.

Somos incapaces de reaccionar y dar un paso más.

Somos incapaces de cogernos de la mano y perdernos por la vida.

Somos incapaces de quedarnos sin voz, mirar más allá de nuestro ombligo, respetar al disidente.

Intransigentes para con todo.

Y es que es tan trágico todo esto que nos pasa, lo de no poder ver la realidad si no hay alguien que nos abra los ojos antes. Es tan trágico lo de ceder ante el fracaso en lugar de levantarnos y seguir luchando. Es tan trágico lo de no poder decir lo que quieres en voz alta por miedo, porque te tiembla el corazón, porque va a llegar la nada de nuevo a cantarnos antes de dormir.

Yo sólo sé que ya tenía frío antes de quedarme solo.

Por eso ahora tengo que abrazarla con fuerza, porque protegerla a ella es protegerme a mí mismo.

Y, no sé, supongo que con el paso del tiempo nos quedaremos en los huesos, y ya se habrán acabado los besos húmedos entre risas.

Pero nos tendremos, a un golpe de vista, a un aliento de distancia, a una caricia temblorosa por culpa del Parkinson.

Nos tendremos y no creo que haya nada más importante que eso.

Por mucho que cambiemos, y evolucionemos por el medio.

Por mucha metamorfosis.

Acabaremos siendo algo bonito, por ejemplo, cenizas.