Etiqueta: superpoder

Invencible.

Ver el futuro.

Leer el pensamiento.

Poder volar.

Regenerarnos.

Ser más rápidos que la luz.

Tener una fuerza sobrehumana.

Controlar el clima.

Teletransportarnos.

Viajar en el tiempo.

Crear fuego y hielo.

Ser inmortales.

Resucitar.

Todos hemos pensado en algún momento de nuestra vida lo que sería tener superpoderes, ser diferentes al resto, tener alguna capacidad que nos hiciera únicos frente a todos aquellos que nos rodean. Y es que sólo es una manera más de querer sentirnos por encima de los demás, de sentir que tenemos algo que nos distingue. Esa envidia tan humana que nace con nosotros y se va extendiendo por nuestra sangre mientras envejecemos.

Y nos pasa igual con el amor, que sólo queremos a alguien a nuestro lado para sentirnos especiales, que buscamos en el otro lo que no sabemos conseguir nosotros solos, que necesitamos ser dueños de alguien más allá de nosotros mismos

Nos han enseñado que la soledad es de fracasados, que la gente solitaria son todos unos perdedores, que todo el mundo quiere compartir su tiempo. Y yo no sé si es cierto o es una mentira más, de todas esas que nos han contado con los años, pero a veces me gustaría que se extinguiera el resto de la humanidad y que nadie me sacara de mi habitación; y otras busco los abrazos y los besos que nunca puedo tener en silencio, gritándole a mi mente todo lo que no puedo decir en voz alta.

Ojalá en lugar de querer conseguir todo aquello que sólo es posible en la ficción intentáramos volver realidad lo que está al alcance de nuestra mano.

Es más sencillo de lo que parece, todo consiste en sonreír sin esperar una sonrisa de vuelta, dejar de mentir de una vez por todas, besar a quien nos besa, dejar de creer y comenzar a hacer, hablar más con los actos que con las palabras.

No nos hace falta pensar en la ficción.

No nos hace falta querer ser como todos esos personajes de Marvel y DC que inundan las pantallas de los cines.

No nos hacen falta héroes de cartón para conseguirlo todo.

Tenemos armas, quizá no tan espectaculares pero mucho más poderosas: el amor, la compasión, la admiración, el respeto, la lealtad.

Y yo, por ejemplo, te tengo a ti.

Por eso soy invencible.

Destino, azar y karma.

Vuelve a llover y nosotros empapados.

La vida en los bolsillos y el corazón entre las manos.

Eres el rompecabezas que más me ha costado de recomponer y ahora no quiero que nadie te haga daño, no quiero que te vuelvan a quitar alguna pieza y que no la puedas encontrar. Ahora que te tengo entera no voy a dejar que te destrocen otra vez, créeme. Te ayudaré a colocar ladrillos en el muro para que sólo entre quien tú quieras, caminaré contigo cuando me lo pidas, te acariciaré el alma y las verdades.

No sé si a ti te pasa eso de sentirte más fuerte cuando me miras a los ojos.

No sé si tú también te ves la capa cuando caminas entre el resto de la gente.

No sé si eres consciente de cada uno de tus superpoderes, incluida la sonrisa.

Eres como la adrenalina cuando caes desde una montaña rusa, la risa incontrolable en medio de una reunión, el agua fría en un día caluroso de verano, la primera luz que ilumina la oscuridad de la noche.

La de veces que me pregunto al día si ya estamos a punto de caer, si es nuestro final, si nos hemos quedado sin madera que echar a nuestra hoguera, si nos conocemos realmente. Y pienso tanto que sólo nos dejamos ver la superficie, que todavía estamos guardando más de lo que conseguimos decir en voz alta cuando estamos juntos, que nos hemos atado los pies y al siguiente paso no hay más opción que la de tropezar.

Si nos acaba separando la marea, si nos llevan las corrientes, recordaré que fuimos más fuertes de lo que pensábamos al principio, que resistimos aunque creímos lo contrario, y que al final todo fue por culpa de la fuerza magnética que se volvió en nuestra contra dando la vuelta a los polos opuestos.

Sabemos de sobra que ninguno de los dos es afortunado, que la mala suerte siempre ha estado en nuestro lado de la balanza, que ni el destino, ni el azar, ni el karma han sido para nosotros buenos amigos.

Pero es que no quiero complicarme mucho más, sabes todo lo que pienso con mirarme, sabes que no miento, sabes que te beso sin poder evitarlo, sabes que te cuido por instinto.

Lo bueno surge, pasa, sucede, y siempre lo hace por alguna razón.

Aunque no podamos entenderla.

Esta vez no pienso luchar contra los elementos, quiero relamerme los dedos después de tocarte, cargar con tu cruz y la mía, probar otra vez tu veneno, que seamos un par de desastres. Olvidar los problemas, que haya delirio, que seamos un par de animales cuando nos quedamos sin ropa.

Al final del día no soy capaz de dormirme, dar marcha atrás, cerrar la puerta y ver que no estás.