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Maldita.

Me veo recogiendo toda la esperanza que has dejado por los suelos, los huesos que aún quedan en nuestras cunetas.

Yo pensaba que era suficiente con querer y no es verdad, me habían vendido esa mentira de que sentir algo un poco más arriba del estómago era todo lo que necesitaba.

Y no es verdad.

Vivimos en un mundo en el que disimular es más constante que la gravedad, y sonreímos y asentimos mientras por dentro estamos tan llenos de grietas que nadie nos puede arreglar.

Nos hacen falta tantos abrazos y verdades.

Nos sobran tantas tragedias y destrucción sentimental.

Nos estamos complicando la vida con tanta aspiración y al final sólo llegan a nuestra puerta las cartas con todas las decepciones.

Con querer no es suficiente porque hace falta mucho más.

Por eso quererla es sencillo, porque no cuesta tener siempre una cuerda preparada para tirarla al mar si se está ahogando. Es sencillo abrirle la puerta cuando arrecia el frío en el mes de Febrero. Es sencillo arroparle por las noches después de que el sexo sólo huela a ella. Es sencillo compartir el desayuno y el mal humor matutino. Es sencillo sanar las heridas con besos sin lengua. Es sencillo abrirle las puertas, dejar que pruebe mi postre, bajar la tapa del wc, apagar las luces, hacer la cama, llevarla tan lejos como me pida, darle la mano y salir adelante.

Juntos no debería haber barreras, ni acantilados, ni tiempo, aunque estemos clavados por las rodillas, aunque todo sean idas y venidas, y desesperación.

Que siempre nos tengamos el uno al otro, que siempre podamos dejarnos caer hacia atrás con los ojos cerrados, que siempre podamos hablar mirándonos a los ojos deshaciendo los nudos de la garganta, que siempre podamos emborracharnos los sábados, que siempre tengamos cuadernos para escribir la historia.

A mí me pasa que la miro y es como escuchar mi canción favorita, y ella cree que está maldita pero todavía no se ha dado cuenta de que es sólo que aún no entiende su magia.

La vida ordinaria.

Tenemos una vida común, aunque nos creamos lo contrario. Somos tan solo otra pequeña mota de polvo que vaga por el Universo sin saber muy bien por qué ni cómo. Otra pequeña pieza de este gigantesco puzzle sin sentido que es lo cotidiano.

Los días pasan fugaces sin que seamos capaces de pedir un deseo. Las noches se nos escapan entre pesadillas y malos despertares. Y la mayor parte del tiempo no sabemos reaccionar, todo nos pilla desprevenidos. Cuando pensamos que está todo bajo control viene uno de esos tsunamis para destrozarnos las barreras y dejarnos los sentimientos desparramados por la playa por la que antaño paseábamos en busca de un poco de paz interior. Cuando creemos que ya estamos cicatrizando viene un golpe de gracia en el peor lugar para hacernos sangrar de nuevo.

No podemos controlar el daño, no podemos controlar las circunstancias, ni ocultar las lágrimas a diario. Y me pregunto a veces de qué coño sirve el tiempo si no ayuda en absoluto, si a veces las cosas sólo duelen más cuando miras el calendario.

Quizá es que debemos rompernos por completo para poder empezar de cero.

Quizá es que debemos sufrir primero para poder disfrutar después.

Pero no creo, o no quiero que la vida funcione así.

Con lo que a mí me gusta lo fácil y lo rápido que soy capaz de complicarlo todo, de meter la pata hasta el fondo, de decir un adiós silencioso sin dar más explicaciones.

Con lo bueno que sería que todo consistiera en sonreír cada día, que no existieran los despertadores, que la voluntad fuera suficiente para que las cosas salieran bien.

Con lo bonito que serían los días si pudiéramos ver las estrellas cada noche, si nos quitáramos la ropa sin miedo, si bastara con confiar en los demás.

Con lo sencillo que sería que fuera suficiente con un beso para curar a alguien, que unas manos fueran capaces de volver a unir un corazón, que una mirada pudiera limpiar la tristeza.

[Pensándolo bien, puede que lo simple sea lo más complejo.]

Y yo qué sé, llámame tonto pero, a mí me pasan todas esas cosas y muchas más cuando te veo.

Prefiero una vida ordinaria contigo a una extraordinaria sin saber de ti.