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En busca del fuego.

Mis ganas en su lengua, entre sus piernas.

Si es por mí no dudes en morder y quedarte con los restos, puedes desangrarme sin piedad. Voy con las vísceras por fuera, sin ganas de dar explicaciones, dispuesto a que cualquiera toque en blando y haga más profundo el dolor. Al final no valgo nada, al final sólo estoy aquí para ser, estar y fracasar todas y cada una de las veces que me proponga intentarlo contigo.

Yo ya no puedo ser el mismo, me he hecho demasiado daño -he dejado que tú me lo hagas- como para recomponerme y poner las piezas en el mismo lugar que ocupaban al principio.

Ahora soy una especie de Guernica emocional.

Somos las malas versiones de las mejores canciones; o algo parecido, ya no entiendo las cosas demasiado bien.

Veo turbio, todo es niebla y gris en el camino y el futuro ya no tiene sentido, ya no existe. Mi vida se basa en un presente desestructurado, sin sentido, desfigurado. Y es que no tengo claro si compartimos sueños, si queremos lo mismo, ni tan sólo si queremos algo parecido. Y los sueños en abstracto no sirven de nada, sólo para acabar frustrándonos. Lo único que sí sé es que los sueños sólo se hacen realidad si se persiguen, si se atrapan entre los dedos igual que yo atrapo tus mechones de pelo algunas noches. Los sueños sólo se hacen realidad si los agarras, soplas para quitarles el polvo y haces algo con ellos.

Los sueños igual que la energía ni se crean ni se destruyen sólo se transforman, y la única forma de transformación que conozco a parte de la fuerza del agua y del viento es la fuerza que todos guardamos dentro.

Las quimeras sólo sirven si las conviertes en algo tangible, de verdad.

Y te digo que esto no es por falta de ganas, es que hay obstáculos que ya no sé cómo derribar, distancias que no me dejas salvar.

Ante la catástrofe propongo el amor como forma máxima de rebeldía e insumisión.

Ante el desastre propongo los besos como forma perfecta de revolución.

Ante la vuelta a las cavernas a la que nos quiere arrastrar el mundo propongo volver a descubrir el fuego con la fricción de nuestros cuerpos.

Empezar de cero, mucho antes de Cristo, y volver a crear el mundo con nuestras manos, a través de nuestros ojos.

Contigo quiero buscar las Indias Orientales, pintar los lienzos de Velázquez, escribir las leyendas de Bécquer y admirar la música de Albéniz.

Así para empezar, se me ocurre que podemos cambiar la historia desde el principio.