El nuevo año significa oportunidad, es una ocasión para rehacer, deshacer y empezar o retomar objetivos.
El día uno de enero nos brinda la oportunidad de empezar de cero en una cuenta imaginaria y de ir sumando día tras día. Dejar atrás los recuerdos dolorosos, pisar todo aquello que no nos ha servido más que para hacernos daño y poner los pies en un camino nuevo, esperando que esta vez nos lleve a un destino mejor. Es asombrosa esa capacidad nuestra de no perder la esperanza, de renovar los deseos después de trescientos sesenta y cinco días como si no supiéramos que la vida nos la va a jugar de nuevo. Pero ahí estamos, después de las doce de la noche, abrazándonos, sonriendo, deseándonos todo lo bueno que se nos ocurre como si la suerte, como si la magia, fuera a estar de nuestra parte esta vez.
Siempre llegamos reflexionando, haciendo balance, cayendo en la cuenta de lo que fue bien y lo que fue mal, y pensando en todo aquello que quisimos que pasara y nunca pasó, en todo aquello que quisimos hacer y no pudimos, en todos aquellos besos que se quedaron en el arcén, en todas aquellas palabras que se perdieron en los andenes, en las puertas, en las calles desiertas.
El tiempo siempre nos deja huecos en el alma y en la mesa, nos va dejando más tristes y más solos.
Ahora que hemos puesto los relojes y los calendarios a contar desde el principio es cuando tenemos que darnos cuenta de que la vida pasa, y lo que hagamos en medio depende sólo de nosotros, que está en nuestra mano arrepentirnos o sentirnos satisfechos, que algunas decisiones sólo dependen de uno mismo aunque parezca egoísta.
Con pequeños esfuerzos podemos ir haciéndolo mejor, no necesitamos de grandes azañas, ni gestos heroicos. A mí me vale con cosas tan simples como un: ¿cómo ha ido el día?, un abrazo por la espalda, tener a alguien que me escuche cuando lo necesite, y poder ver las películas alemanas de domingo después de comer en casa de mi abuela.
Día uno, de todos los que quedan por delante.
[Al nuevo año esta vez le pido poco, voy a ser realista. Me conformo con estar un poco menos triste, escribir a diario, que los míos estén bien y poder seguir entrelazando mis dedos con los tuyos.]