Etiqueta: gracias

Gracias y perdón.

Al año que se va le debemos mucho y no le debemos nada.

Seguimos subidos a una montaña rusa que nunca para, que nunca nos da tregua, que no nos deja seguir tranquilos y con la vida amarrada a puerto. Todavía no sabemos muy bien lo que queremos, o lo sabemos pero disimulamos perfectamente.

Hemos intentado parecer seguros de todo y hemos acabado demostrando nuestras debilidades.

El amor ha ido y ha venido, como hace siempre cada cierto tiempo. Nos han roto el corazón y lo hemos roto. Hemos llorado y reído a partes iguales, aunque probablemente las lágrimas han pesado mucho más que las sonrisas. Hemos aprendido a guardar verdades y a dar abrazos de mentira. Hemos robado demasiados besos y perdido un poco más de dignidad. Hemos dicho te quiero en miles de susurros e insultado a gritos.

Nos hemos mojado los pies y el alma. Nos hemos deshidratado en una cama y emborrachado en cualquier terraza. Nos hemos muerto de frío y también de risa. Hemos bebido el doble de café del que es recomendable y más cerveza de la que un hígado quiere para estar tranquilo.

Hemos perdido dinero y ganado en madurez.

Se nos ha muerto el perro, la rabia y las neuronas.

Ahora tenemos nuevas canciones favoritas, libros que huelen a vidas antiguas en las estanterías y más ganas de luchar por nosotros que antes.

Has mordido de menos y te han herido de más.

Has regalado rosas y te han devuelto calabazas.

Has perdido el tiempo y ganado en ilusión.

Has vivido segundos eternos y meses efímeros.

Claroscuro, días grises y pop art.

Novela negra, prosemas y ensayo.

Más música y menos discusiones.

Has tenido orgasmos y perdido el norte.

Demasiadas horas de trabajo, amigos y familia. De castigo y obsesión.

Soledad frente al espejo y bajo las sábanas.

Adiós a Starman, Hallelujah y Purple Rain.

Ha vuelto Star Wars y se ha ido la princesa Leia.

Hemos crecido a nivel humano y han hecho que se nos encoja el corazón.

Hemos sufrido y lo seguiremos haciendo, pero tendrás siempre mi mano.

Te he mirado como nunca he mirado a nadie y me has dolido como nadie lo había hecho antes.

He aprendido a ser sincero.

Te quiero. No sé si más o menos que nadie, si mejor o peor.

Y aún así seguimos rotos y arreglando nuestras mitades con pegamento.

Al año que se va le digo lo mismo que te digo a ti.

Gracias y perdón.

Paracaídas y saco de boxeo.

Lo queremos todo sin dar nada a cambio.

Queremos atención, un abrazo cada día, besos de buenas noches, sonrisas al doblar la esquina y una cuenta llena de ceros.

Queremos todo sin apenas saber dar las gracias.

Estamos tan equivocados, somos tan egoístas, vivimos tan metidos en nuestro ombligo que cuando salimos al mundo nos damos cuenta de que hay cosas mucho más importantes, cosas que están por encima de nosotros.

Y no hablo de Dios, ni la religión. Claro que no.

Hablo de personas.

Hablo de sentimientos de verdad.

Hay gente mojándose hasta los huesos cerca de San Ginés pidiendo limosna, y un padre gritándole a un niño en la puerta del Mercado de San Miguel. Hay sentimientos de culpa que nos metieron en las células nada mas nacer y aún queremos creer en la esperanza.

La culpa, la tristeza, el amor y la alegría. Lo intangible me parece cada vez más posible.

Y yo, es que, por ti lo daría todo, hasta la poca alma que me queda, hasta mis letras hechas borrones en una hoja de cuaderno viejo, hasta el último café de la despensa.

No me gusta hacer promesas pero podría prometerte conquistar Tierra de Fuego, escalar el Himalaya, sobrevivir a Oceanía.

En el día a día todo acaba siendo cuestión de apostar a ganar, jugar todas tus cartas y hacerlo bien. Confiar, por una puta vez en que todo va a irnos bien, que va a ser fácil, que va a ser difícil, que va a ser imposible pero no tanto.

Podría ganar esta partida si el premio eres tú.

Lo arriesgaría todo si la recompensa eres tú.

Me haría cazatesoros si tengo que encontrarte a ti.

Nos atrevemos tan poco, nos guardamos tanto.

Nos queremos tanto, nos lo decimos tan poco.

Estoy dispuesto a abrir las alas, los brazos, y guardarte dentro para siempre, mantenerte a salvo, protegerte de la arena del desierto, del sol y del hielo en las pestañas.

Estoy dispuesto a ser paracaídas y saco de boxeo, canción de cuna, poema incompleto, sexo disperso y verdad.

Por ti podría ser real.

Gracias.

Llevo días pensando en lo desagradecidos que somos con los que aguantan nuestros lunes. Con todas esas personas que soportan nuestros bostezos a primera hora, nuestras quejas en el trabajo, las pocas ganas de hacer nada al llegar a casa, la falta de iniciativa.

Se nos pasan las semanas sin pronunciar un agradecimiento sincero a quien nos ha dado un abrazo, a quien nos ha parado los pies a tiempo, a quien ha alejado nuestros demonios con una conversación sincera.

Y no quiero que eso me pase contigo.

No quiero caer en esa rutina inerte del que ya no se da cuenta de cada detalle, del pequeño gesto, del que acaba asumiendo que hay que hacerlo todo por costumbre o por obligación en esta vida.

No quiero convertirme en esa clase de personas que espera siempre el cien por cien de los demás y que si baja el nivel lo echa en cara. No quiero ser de los que esperan siempre recibir sin dar nada a cambio. No quiero seguir guardándomelo todo mientras me voy muriendo por dentro.

Debería ser muy fácil tragarse el orgullo, mirar a los ojos y decir la verdad.

Tengo que darte las gracias por arroparme las noches de invierno, por mecer entre tus manos este corazón vagabundo, por derretirme el hielo, por acariciarme las canas y besarme allí donde dentro de unos años las arrugas marcarán mi rostro.

Gracias por coserme las alas a la espalda y soplar con fuerza, por apagar mis fuegos y dejar que estalle en cientos de huracanes, por esquivar mis dardos, por tirar mis paredes, por recoger mis cenizas después de la explosión.

Gracias por intentar leer los pentagramas que canto en silencio, por no llamarme bicho raro, por quitarme el temblor de manos, por dejar que me pierda y no venir a buscarme.

Gracias por aparecer en mis sueños, por nadar entre mis letras, por respirarme contra el cuello, por besarme a cau d’orella.

Gracias, sin más.