Está el mundo lleno de novedades y extraterrestres, y de personas a las que no les gusta nada. Vivimos rodeados de negacionistas con gorros de papel de aluminio. De gente que rabia y lo llena todo de odio. De expertos en nada que hacen mucho ruido y consiguen confundir al resto. De sabios de barra de bar que no saben apuntar dentro del inodoro cuando van al baño. De quienes tienen la mente tan cerrada que no son capaces ni de abrir las ventanas.
El mundo vuelve.
Volvemos.
Volvemos a dar otra vuelta sobre nosotros mismos, como esas bailarinas de ballet.
Volvemos a las cuevas, a encender antorchas y a gritarnos desde las cavernas.
Volvemos a quedarnos atrapados bajo las mantas cuando empieza el frío.
Volvemos a bebernos el vino que teníamos bien guardado.
Volvemos a leer los mismos libros de siempre.
Volvemos a pensar en aquella persona que nos hizo tanto daño.
Volvemos a tomarnos el café solo por las mañanas.
Volvemos a reprocharnos los errores más sencillos de cometer.
Volvemos a sentirnos viejos, a perder las musas, a creer en los infiernos.
Volvemos a mirar al cielo con una mezcla de miedo y nostalgia.
Volvemos a esperar que llegue la calma y el aburrimiento clásico.
Volvemos a ocupar nuestro rincón.
Volvemos a querer querer.
Volvemos a volver.
Y cuando todo acabe, nos lamentaremos por no haber permitido empezarnos.
Tú y yo.
Antes de que se detenga el tiempo.