Tragaluz (Parte 13)

Eugenio, segundo piso, puerta 5.

XIV

«Algún día decidirás abrir tu corazón y tocar el piano, y no lo harás para que tu madre sea feliz, ni tampoco para que yo sea feliz. Lo harás para ti, porque la música y el amor te colmarán de alegría» 

La última canción

No sé qué coño habrá sido ese ruido en el patio interior. – ¡Joder! se pasan todo el día haciendo ruido; cuando no es la tele, son las escaleras, cuando no, el perro.  O la del tercero con los niños con el “ponte algo, que te vas a costipar”, o los niños con ella con su “mamaaaaaa, que mira lo que diceee”, o los niños entre ellos. ¿Por qué no se podrán quedar los niños callados? ¿Por qué no se podrán quedar los niños quietos?

Mira que lo digo siempre ¿Sabes por qué no tengo animales? Porque los animales se mueven. Y está el bloque este lleno de ellos, de los de cuatro y de los de dos patas. Y un olor a gato que espanta.

Vale, reconozco que estoy pasando unos días muy alterado. Con todo esto del encierro es cierto que estoy más irascible y me molesta todo mucho más. Yo no sé si estará todo el mundo así, pero hay que tener en cuenta que llevo casi una semana más que el resto. Yo lo vi venir. Y cuanto todavía estaban con la cantinela de que era sólo una gripe, o que el gobierno nos quería controlar, que no había que preocuparse, que sólo afectaba a los viejos o los enfermos yo ya empecé a lavarme las manos, a evitar a la gente, a sentarme en el asiento más improbable de ser elegido en el transporte público, a abrir las puertas sujetando donde no sujeta nadie. Y cuando llegaron las primeras muertes decidí quedarme en casa incluso antes de que lo dijera ningún gobierno. Y ahora me vienen a mí, esos, los mismos que antes me llamaban paranoico, los mismos que estaban de cañas riéndose de la gripe, me vienen con el apostolado de todas las cosas que dice el gobierno que hay que hacer. ¡Que ya lo sabemos! ¡Que se sabe desde hace tiempo! Que sois vosotros los que no habéis querido verlo. Y ahora actuáis con la histeria del converso.

Bueno, hay estudios que establecen una relación entre inteligencia y longevidad, entre otras cosas porque nosotros tenemos más cuidado, somos más precavidos y nos cuidamos más. Eso, el autocuidado. Otra palabra nueva. A lo mejor se la han inventado para enseñar a la gente que se tiene que cuidar. Por eso yo lo vi y otros no.

Y ahora va el del primero y baja al perro con mascarilla y con guantes. Ahora. ¿Y para qué quieres los guantes? ¿Qué vas a tocar que no sea la correa que ya has tenido en casa o la mierda de tu perro?

De todas formas, oye, que lo pensé el otro día y quería haberme acercado el otro día a la puerta 8, aquí, en mi mismo rellano, a preguntarle a la de los pájaros, Yaiza creo que se llama, si el virus podía tener una relación con estos. Porque nos están contando historias de que si se contagia antes de tener síntomas, que si por contacto, aerosoles o no sé qué. Pero todavía no nos han dicho al cienporcien de qué animal viene. Que podría ser que nos lo estén trayendo las palomas.

Pues entonces a Alicia le queda poco. ¡Pobre mujer! Aunque no creo que le importe mucho, quizás si le pilla por la tarde ya esté lo suficientemente borracha como para no darse cuenta.

O los gatos. También pudiera ser que fueran los gatos los transmisores de la enfermedad. ¡Si están por todos los sitios! Y además comen pájaros. La del cuarto, que tiene gatos, además es científica. ¿Y si es algo que se ha traído pegado en la bata y lo han cogido los gatos y, como se escapan de casa cuando quieren, lo han repartido por ahí? Algo sospechará la pocacosa esa de la veterinaria, que bien que ella no tiene bichos.

Ay, que no, ¡tengo que dejar de obsesionarme! Hubiera empezado aquí y no en China. Pero es que, de verdad, ya no sabe uno ni qué pensar.

Si al menos tuviera a mi madre conmigo… O no, porque así tendría que preocuparme el doble. ¡Lo que la echo de menos! Y ya sé que todos tenemos muertos, pero desde que se fue no he vuelto a levantar cabeza. No he podido volver a tocar. Total, ¿para qué? Ninguno de los que lo oirían en este portal van a ser capaces de valorarlo ni apreciarlo.

Si lo pienso un poco, en realidad lo siento como un fracaso. Uno más. Otro. Después del tiempo invertido en perfeccionar cada una de las piezas, después de todas las clases, horas de ensayo dedicados, sacrificios de mi madre… Un fracaso, como en todo lo demás. Podría haber hecho, en teoría, lo que hubiera querido. Eso me decían, pero nunca fui capaz de decidirme por una u otra cosa, ni de centrarme, ni de apasionarme por algo que hubiera supuesto una carrera provechosa, una vida normal, como la que tienen la mayoría de mis vecinos. ¡Hasta la puta parece estar más satisfecha con su vida que yo!

Al final, me dejé llevar por la música sólo porque era en ella donde encontraba la paz.

Quizás, con ayuda, podría volver a tocarlo. Como antes. Pero con todo el alboroto que hay en el patio, no sé si podría disfrutarlo. ¿Pero qué estarán haciendo? ¿A qué viene ese jaleo? ¿porqué suenan gritos por el patio? ¿Porqué están tantas cabezas asomando por las ventanas?

No puede ser…

Escrito por: @Hombredebaj

Un comentario en “Tragaluz (Parte 13)

  1. Quizá sea este el momento de que toques, de que hagas lo que te apetezca, (dentro de casa, claro), lo que te venga en gana, lo que sientas dentro… por ti, para ti. Porque te lo mereces.
    Ánimo y un abrazo ^^
    PD: no son los gatetes los del coronavirus 😉

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