De aquellos polvos, estos lodos.

Todo empezó con sexo, como la mayoría de problemas.

Sólo que algunos problemas -y también algunos sexos- llevan nombre y apellidos.

Supongo que tú no te acuerdas porque siempre había más alcohol en tu sangre que en la mía, quizá para borrar la culpa, quizá para no tener que recordarlo siempre, quizá para no tener la sensación de pérdida y vacío que me lleva recorriendo a mí desde hace algo más de cuatro vueltas al sol.

Supongo que tú ya habías sentido antes lo de compenetrarse con alguien, lo de perderse en un instante, lo de que la mejor música que escuchabas en el día fueran los gemidos de la otra persona contra tu oído.

Supongo que tú ya sabías lo que era sentirte viva antes de conocerme.

El problema es que yo no.

No así.

El problema es que hubo fuego y en lugar de apagarlo se fue descontrolando, sin que las llamas me dejaran ver otra cosa que tu silueta.

Tirabas gasolina cada vez que intentaba echar la manta.

Sonaban las sirenas en la madrugada y llamaban fuerte los nudillos a la puerta, y yo sólo podía seguir con las luces apagadas, deslizando las manos y la lengua sin control, buscando resquicios nuevos en tu cuerpo que probar.

Fui jugando con los meses y los años a doble o nada.

Y siempre salía nada.

Siempre hubo besos y mentiras.

Y silencios.

Y gemidos.

Y lágrimas.

Y lluvia.

Y café.

Y adoquines en las calles.

Y fotografías borrosas en las que siempre sonríes y no puedo mirar a otras.

Y gatos de ojos amarillos observando a lo lejos -el mal augurio te perseguía-.

Me he cansado de ser el nómada que nunca encuentra su hogar.

Me he cansado de buscarte en mapas nuevos y antiguos, en viejas canciones y en poemas que no se escribieron para ti.

Puedes engañarte toda la vida si quieres.

Los ojos no van a brillarte como aquel día en que caíste en la cuenta que todo fue culpa del rock.

Y de las ganas.

Siempre pasa igual y claro, con el sexo ya se sabe, de todos aquellos polvos vienen estos lodos.

2 comentarios en “De aquellos polvos, estos lodos.

  1. Demoledoramente gráfico. Me gusta ese lenguaje tan directo sin artificios. Crudo, pero en el fondo muy poético. ¡Enhorabuena!

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