¿Enamorarse es un acto consciente? ¿Lo elegimos?
¿Nos enamoramos o nos enamoran?
¿Podemos obligarnos a querer a alguien o a dejar de hacerlo?
Casualidad, azar, karma, destino, suerte.
Todavía no entiendo los mecanismos que nos llevan a morir en los brazos de otra persona.
No sé muy bien en qué consiste eso del amor, ni si hay tantas maneras de querer como personas o sólo existe una única forma de hacerlo bien. No sé tampoco si existe realmente el poliamor o es todo cuestión de egoísmo. No tengo ni idea de cómo ni por qué de pronto se nos encoge el corazón y nos revolotea el estómago al pensar en alguien, ni por qué se nos forma una sonrisa estúpida cuando recordamos ciertas cosas, ni por qué todo parece más especial si caminas por las mismas calles y haces las mismas cosas de siempre junto a ella.
Yo sólo sé que un día apareciste, estando ahí mucho antes, y te vi de otra manera.
Yo sólo sé que un día me miraste a los ojos y se me fueron todos los fantasmas.
Yo sólo sé que un día sonreíste y el mundo se deshizo bajo mis pies.
Y entonces lo supe. Lo supe todo con esa certeza profunda que sólo se tiene unas pocas veces en la vida, con la convicción firme de que te quedarías instalada en mi pecho por el resto de mis días.
Lo único que puedo decir es que no te conformes jamás. Y que si le quieres luches por lo vuestro, y que se lo demuestres a diario aunque no haya posibilidades, y que no apagues la llama, que no sea tu culpa. Y que no dejes que crezca odio entre vosotros, ni el olvido, ni el dolor, ni la distancia, porque no sirve de nada.
Lo único que tengo claro del amor es que se destruye cuando dejas de cuidar, cuando hay alguien que recibe las atenciones y el otro es esclavo, cuando uno importa y el otro sólo sale a la superficie a coger aire de vez en cuando, cuando se rompe el equilibrio y la balanza se inclina.
Lo único que puedo prometer (y no me gusta prometer nada) es que voy a quererte siempre.
Te quiero como si no hubiera querido antes, como si no fuera a querer después.