Algunas personas simplemente te hacen sentir bien, las ves, sonríes y sabes que da igual lo que pase porque estarás bien. Son esas mismas personas que te hacen sentir en casa cuando te encuentras con ellas después de meses o años y es como si el tiempo no hubiera pasado nunca entre vosotros, aunque ya no conozcas qué hace en su día a día ni a qué dedica sus horas libres.
Algunas personas te hacen las cosas fáciles, te acompañan en el camino aunque sea por un breve trayecto y hacen más sencillo todo lo que venga detrás. Hay quien te hace sentir bien con un corto abrazo, con una palmada en la espalda y una sonrisa, hay quien te infunde valor con un «vive» pronunciado a contraluz, o incluso en voz baja.
Deberíamos saber distinguir a quién queremos a nuestro lado, lo que necesitamos de verdad. Deberíamos ser capaces de elegir con quien compartir nuestras vidas. La verdad es que conformarse ya no está de moda. Conformarse es de una cobardía insultante. Por suerte, podemos decidir cambiar de vida y retirar a más de un replicante obsoleto, que se pasa el día junto a nosotros, está al alcance de la mano.
Lo que nos pasa, lo que nos pase, está a cargo de nuestras decisiones. No sirve de nada quejarse cuando tú mismo eres la llave para abrir otras puertas. Lo que es un sinsentido es que pudiendo hacerlo todo nos quedemos sin hacer nada.
Y es ahora cuando llega septiembre, cuando tenemos que plantearnos los cambios y decir adiós a algunas cosas y saludar a las que vengan con ganas. Es ahora cuando tenemos que enfrentarnos a las verdades sin dejar de mirarlas a los ojos, sin dejar de vernos las caras.
Y yo te miro y me pregunto si vas a ser la primavera de mi otoño, si vas a llenarlo todo de flores mientras se caen las hojas de los árboles, si vas a pintar de color todo el gris de mi alma, si vas a apagar mi fuego con tu saliva, si vas a soplar para apagar velas y llevarte mis lágrimas.
Me pregunto si vamos a dejarnos de tanto drama, de tanta despedida a medias, de tanto soltarnos la mano al doblar la esquina.
Sigo sin respuestas y creo que no voy a saberlo nunca.
Te espero, tienes el café humeando sobre la mesa.