Los últimos días del verano son para mí los más tristes del año, me llenan de una extraña melancolía que no sé explicar muy bien con palabras, y tampoco soy capaz de darle sentido. No sé si es porque siempre veo un otoño lleno de hojas por el suelo con mi corazón pisoteado. Es una sensación compleja, llena de matices a los que no soy capaz de ponerle nombre.
Quizá todo se deba a que el sol comienza a caer antes entre los edificios o porque deben empezar de nuevo todos los ciclos, y yo no tengo objetivos claros. Estoy bailando en el vacío sin ningún pasamanos al que sujetarme para no caer. Estoy jugando solo a la pelota otra vez. Estoy mirando por la ventana con nostalgia, esperando algo que no llega. Estoy deseando otro disparo certero en forma de te quiero.
Y es que parece que ya he dado todo lo que podía dar de mí mismo y no me quedan fuerzas ni para caminar, ni para sonreír, ni para abrir los ojos por la mañana y tener ganas de apagar el despertador.
No soy capaz de ponerle banda sonora a estos meses y también es triste, y me desconcierta.
Creo que vuelvo a estar más perdido que nunca ahora que creía haber encontrado el camino. Vuelvo a encerrarme en mí mismo, a hacerme pequeño, a llenarme de miedos, a quedarme callado, a no dormir por las noches, a sufrir más de lo que debería, a preocuparme por todo. Y escapa absolutamente a mi control, me miro las manos y siento que ya no puedo dominar nada, ni a mí mismo.
Pensaba que había llegado a la cima y sólo tenía que darle la vuelta al papel para ver que estoy de nuevo en el abismo, que he caído y no quiero levantarme, que voy a dejar que duela todo lo que tenga que doler porque no puedo curarme ya.
Y tú eras la calma para mí, agua sobre fuego, la sábana que me protegía de Eolo por la noche, el bálsamo que hacía que el alcohol en las heridas no escociera, el sabor dulce en el paladar.
Y ahora qué.
Todo estará bien.
Aunque te pierda, aunque me pierda.
Todo estará bien.
Dicen que si repites mucho algo al final se hace realidad.
Pero creo que conmigo no funciona.
Todo estará bien.
Mi sangre sobre el suelo y yo empapado en lágrimas que no quiero.
Yo no sé de otoños pero sí de nostalgias y sentí cada palabra escrita en tu entrada.
Muy bonito.
Saludos, Patricia.
Al final todos compartimos sentimientos, aunque nos creamos solos. Un abrazo, y gracias por leerme.
Gracias a ti compartir esos sentimientos.
De los mejores que has escrito. Parece que me habías leído la mente al escribirlo, es bastante similar a lo que estoy pasando ahora mismo. Parece que la llegada del otoño nos hace más sensibles y vulnerables a todo.
Muchísimas gracias. Un abrazo.