Siento un dolor fuerte en el pecho, como un desgarro.
Es un dolor urente, punzante, transfictivo, que consigue partirme en dos cada vez que aparece. Es un dolor que quema, pero no como consigue quemar el fuego sino como lo hace el hielo.
Hasta que ya no siento nada.
Y me convierto tan sólo en un caparazón vacío que va a acabar en el fondo del mar junto a los restos del naufragio.
Siento que sólo necesito que se me borre la memoria, y que no me importe más que el canto de los bosques, el pájaro de fuego, el rugido de las flores.
Siento que la distancia ha hecho que nos despertemos del letargo, de toda esta niebla en la que nos habíamos envuelto durante largos meses. Y ahora que tengo todas las puertas y ventanas abiertas sigo sin querer marcharme, sigo queriendo quedarme contigo, sigo eligiéndote a ti por encima de las demás, sigo prefiriendo pasar solo el resto de mis días.
Siento que soy sólo otro triste idiota que ha sucumbido al dictamen de un corazón enfermo.
Siempre huyes y yo corro tras de ti, y acabamos siguiendo todas esas luces parpadeantes y pálidas que nos marcan el futuro. Y te he perdido, a estas alturas ya no sé si estás tomando té con el Sombrerero o siguiendo las baldosas amarillas hasta Oz.
Hace tiempo que ya no sólo consiste en quitarnos la ropa y las ideas a la vez, hace tiempo que hay latidos y miedos de por medio, y silencios largos, y palabras que parecen alfileres bajo las uñas.
Todo este lío es culpa mía, nunca debí haberte metido en mi espiral, nunca debí darte permiso para entrar y revolverlo todo.
Nunca debí darte el poder.
Nunca debí decirte la verdad.
Sigo mirando a la luna buscando tus ojos, acariciando con paciencia el frío cristal en noches de verano, soplando el café, soñando que enredo mis dedos en tu pelo, caminando cansado, buscando las palabras exactas que te hagan quedarte a mi lado.
Siento un fuerte dolor en el pecho.
Y eres tú.
Reblogueó esto en Veinticuatro horas en el sueloy comentado:
Me sentí demasiado identificada.
Estupendo relato.