Los tristes bien podríamos ser una especie aparte. Se nos reconoce con facilidad, casi con tanta facilidad con la que se nos critica. Podemos reír, seguir el juego y, sin embargo, sentir que estamos muriéndonos lentamente y que nadie lo percibe. Es la horrible sensación de pasar por invisible.
Alegra esa cara, hombre.
Lo dicen como si fuera tan fácil, como si supieran lo que nos pasa por dentro, como si por un miserable segundo se hubieran parado a pensar lo que es sentir lo mismo que sientes tú. Está tan al alcance de nuestra mano criticar las actitudes de los demás que se nos olvida que detrás de las acciones y los sentimientos hay personas.
Deja de regodearte en tu dolor.
Haz algo.
Me pregunto por qué, por qué debo hacer lo que ni mi cuerpo ni mi mente están dispuestos a comenzar en este momento. La vida tiene sus procesos y hay momentos para la nostalgia, la melancolía y el golpearse el pecho con el puño cerrado. Estoy un poco harto de una sociedad que sólo premia al que sonríe siempre aunque sea de manera fingida. Quizá es que sólo necesitamos un mundo que nos abrace mientras lloramos desconsoladamente por todo aquello que nos ha salido mal en el día, en lugar de un entorno que nos señale con el dedo por no estar bebiendo cerveza y haciéndonos fotografías con nuestros amigos.
Los tristes necesitamos nuestro espacio, cerrar los ojos cuando escuchamos música de piano, huir de nuestra mirada en cualquier espejo, flotar en alta mar, ver cuadros que ha pintado alguien con más talento del que nunca rozarán nuestras manos, sonreír cuando te descubres en la ansiedad de otros.
Los tristes necesitamos mirar la lluvia caer en un día gris mientras bebemos café y nos preguntamos por qué seguimos solos.
Pero siempre me acabo respondiendo rápido, y es que tampoco tengo mucho que ofrecer porque al final soy sólo un triste.
Y nadie quiere pasar el resto de sus días con uno de nosotros.
Por mucho que ese triste te cuide con cariño, te folle con ganas y te diga que te quiere.
Que bonito 🙂
Bonito, y triste 😉
Me uno a tu banda de los tristes