El desamor parece la epidemia del s. XXI.
Ahora miramos a nuestro alrededor y vemos relaciones que fracasan una y otra vez a pesar de los intentos por arreglarlas, de matrimonios que se rompen antes de dar el sí quiero, de parejas que se agotan sin poder salir a flote de nuevo. No sé si es culpa del amor o de las personas, o si lo que sucede es que no sabemos lo que hacemos cuando decimos que queremos a alguien y que haríamos cualquier cosa por ellos. ¿Incluye eso el dejar que nos hagan daño? ¿El hacerlo? ¿Incluye eso el tragar cualquier cosa? ¿Que todo duela en silencio?
Nos equivocamos.
Proyectamos la idealización de relaciones que no han existido en la vida real. Nos creemos las novelas del romanticismo, los poemas de Benedetti y Neruda, las películas de Richard Gere y Julia Roberts.
Nos hemos creído las patrañas de la ficción como si fueran verdades absolutas, y aún no hemos aprendido que la única verdad es que no la hay, que estamos rodeados de grises, de luces y sombras, de sol y nubes.
Quien sonríe hoy mientras se coge de la mano hará mañana las maletas para abandonar su casa de siempre.
Y así la vida sigue.
Y el ciclo comienza de nuevo.
Conoces a alguien, te gusta cómo sonríe, le cuentas tus cosas, te coge la mano, le besas el cuello, te regala sus libros, le prestas tu música, y no puedes dejar de leer su piel con la tuya. Tenerle es tenerlo todo y su ausencia lo convierte todo en vacío y mucho miedo.
Algunos se rompen el corazón como si no pasara nada -inconscientes-, sin pensar en las consecuencias, sin saber nunca a quién le duele más, sin tener claro si habrá supervivencia tras la tormenta. Creo que lo que pasa es que por mucho que digamos en voz alta que nos gusta la estabilidad donde más cómodos estamos es yendo a la deriva, cuando todo es posible sin que tengamos que decidir nada, cuando nos dejamos llevar y cerramos los ojos escuchando el rumor de las olas.
El desamor parece la epidemia del s. XXI, quizá siempre lo ha sido.
Pero no sé, podríamos mirarnos a los ojos, besarnos de nuevo, abrir las ventanas, y ser tú y yo el mejor tratamiento.