Detesto los cumpleaños.
Bueno, en realidad, sólo detesto el mío.
Me hace pensar que te conviertes en importante por un día, que la gente cae en la cuenta de que debe hacer un esfuerzo por felicitarte y pensar en ti, como si el resto de los días dejáramos de importar. Ayer te daba igual pero «eh, hoy es tu cumpleaños. Te deseo toda la felicidad del mundo.» y es mentira, ¿sabes? Claro que lo es.
Porque al final somos tan egoístas que la felicidad de los demás nos da bastante igual, porque mientras yo esté bajo las mantas me importa una mierda que mueran de frío en la calle.
Y es que no tengo interés en que pierdas dos segundos de tu tiempo si el resto de tu vida apenas sabes quién soy, si te da igual que necesite un abrazo o enterrarme entre un mar de lágrimas, si te es indiferente que tenga el corazón encogido desde hace tiempo y deba fingir cada sonrisa.
La gente que te felicita el cumpleaños es gente que no sabe que te gusta dormir sin calcetines, que buscas música nueva cada semana, que llevas siempre un cuaderno para escribir en los viajes, que prefieres a Tchaikovsky, Bruckner y Mahler antes que al electrolatino, que los gintonics deben ser de ginebra dulce y que estás cansado de finales sin principios a la vista.
Que la mayoría no tiene ni idea de que siempre estás construyendo castillos en el aire, y que sueñas con las olas llegando a la orilla, que lees menos de lo que te gustaría pero más de lo que debes, que te da pereza fregar los platos en invierno, y que duermes en el sofá porque te hace sentir menos solo.
Nadie sabe que la acaricias con cuidado para que no acabe de romperse, que has quemado las viejas cartas de amor porque ya no tienen sentido, que llevas besos de sal grabados en la memoria, que buscas la salida del abismo en plena oscuridad.
No hay certeza, ni golpes secos, ni vasos rotos sólo quedan ojalás para los dos.
Quizá todo esto tan solo es un reflejo, es culpa del cinismo que me corre de vez en cuando por las venas y que me hace escupir como lo hacía Bukowski, que me hace parecer lleno de rabia y decepción por la vida.
Detesto los cumpleaños, y pensar que el paso del tiempo me está matando pero no me ayuda en nada.
Feliz cumpleaños.
Las personas que merecen la pena son las que se acuerdan de ti los 365 días del año. Una muy buena reflexión. Un abrazo muy fuerte.