A la caza del Octubre Rojo.

El número 11 de una calle sin nombre.

Segundo derecha y llueve en el portal.

El gris de Octubre te abraza las entrañas y Madrid sigue riéndose de ti.

Te sientes atrapado en una partida de póker en la que no tienes ninguna mano ganadora, y no hay cartas en la manga para tener ocasión de salvarte. Te preguntas si hay manera de escapar, de dejarlo todo atrás. Te planteas echar a correr y que nada te pare. Sin hacer las maletas, con la cartera en un bolsillo y el teléfono en otro. Supones que debe ser fácil empezar en otro lugar, inventar una historia, un nombre, un pasado y un presente.

Has perdido el equilibrio, y no te gusta tu vida planeada, ni tú mismo.

Has conseguido cansarte antes de tiempo.

De todo, pero sobre todo de ti.

Si la vida era esto no la quiero.

Demasiado joven como para sentirte tan engañado, con tantas promesas muertas, con tanto suicidio televisado, con tanta mentira programada.

Demasiado joven para perder el poco equilibrio que te quedaba con la primera mirada clara que se te cruce en el camino, con la primera caricia que te deje la ropa en el suelo, con la primera sonrisa que te haga crecer un par de alas defectuosas pero suficientes.

Es tan fácil pasar de un extremo al otro, de la libertad al encierro, de lo acuático a lo ígneo, del cielo al infierno.

De ti a la nada.

Dos copas que brindan en cualquier local con música de fondo, y los botones de la camisa cayendo al suelo, el ruido del cinturón contra la madera, unas bragas dejándose llevar por la gravedad, un par de lenguas peleando como dos náufragos contra la tormenta. Dos locos sudando, aullando como animales. La electricidad entre los dos, y el crepitar de la piel con la fricción. Saliva, sudor sin lágrimas. El corazón, la taquicardia, la sangre en el cerebro y más abajo, y las manos tocándose como si la vida fuera una sonata de Schumann. 

Sin sexo no hay amor.

Podríamos querernos para siempre.

Lo sabes.

Vamos a la caza del Octubre rojo.

[Y vuelvo a darme cuenta de que ella no está.

Y de que soy todo heridas, sin orificio de salida.

Joder.]

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