Basta de fingir, asumamos la puta realidad.
Nos hemos querido tanto que nos hemos hechos añicos, nos hemos destrozado de tal forma que no vamos a recuperarnos más. Ahora somos juguetes rotos olvidados en el baúl del sótano, y vamos a quedarnos allí para toda la eternidad.
Míranos ahora, tan viejos, tan cansados, tan hartos de todo, como si lleváramos a cuestas el Antiguo Testamento y las pirámides de Egipto.
Somos ya esas rutas que nadie busca en los mapas, los caminos más raros, los últimos de la fila. Somos esas huellas que se borran con el tiempo.
La parte buena de esta historia es que vamos a dejar de dolernos, y podremos desenredar todos los nudos que nos mantenían atados a la misma verja.
Estamos obligados a mirar hacia delante para olvidar el sufrimiento y también a elegir mejor. Cuando algo sale mal hay que intentar no dar los mismos pasos, buscar nuevas sendas.
Decir adiós es complicado, pero ya nos hemos dado cuenta de que es mucho más difícil decir un te quiero y que sea de verdad.
Tengo siempre este sabor agridulce al final del paladar, del sí pero no, del estar tan cerca y a la vez tan lejos. Y hay días en los que prefiero mil puñales en la espalda a tanta historia sin principio, nudo y desenlace.
Y todo este caos, no es por falta de ganas, ni por culpa de no tener las cosas claras. Nadie ha dicho nunca que nos falte ambición.
A algunos corazones se llega arrasando, inundando, quemando todo lo que había anteriormente.
A algunos corazones hay que vaciarlos para volverlos a llenar de momentos y algo de luz.
Y todo este enredo no es por falta de ganas de querernos más, ni por culpa de haber construido ya algún que otro castillo en el aire. Nadie ha dicho nunca que no queramos saltar desde el trampolín más alto y que pretendamos salir ilesos.
Basta de fingir, asumamos la puta realidad.
Va a llover hasta que todo esto se acabe.
Van a llegar las tormentas con tu nombre.
Va a empezar a difuminarse el tiempo entre mechones de tu pelo.
Van a romperse promesas como si no sirvieran para nada.
Vamos a tener que armanos de valor y besos.
Y nos va a pasar como pasa siempre, que queríamos mucho más y al final vamos a quedarnos siendo nada.