Será todo culpa de la puta lluvia, de la cerveza fría que reposa sobre la mesa dejando marca en la madera y de que se me ha acabado el tabaco por hoy. Lo cierto es que me da igual. No he podido sacarte de mi cabeza en toda la tarde y estoy harto, empiezo a estar harto de que tan sólo seas otro producto más de mi imaginación. ¿Tan mal lo he hecho, vida? ¿Tan mal como para merecer estar solo en tardes como esta? Quizá la única respuesta sea sí, probablemente la única respuesta sea sí. Qué sé yo, hace tiempo que me di cuenta de que en el fondo no sé nada, que soy otro más de los que aparentan.
He tenido que abrir la ventana para que entrara el ruido del agua golpeando las aceras y las hojas de los árboles, para que la imagen de tu cabello mojado me inundara los sentidos, para recordar aquellas gotas que resbalaban por tu cara al salir corriendo del mar y venir a buscarme. He tenido que mirar al cielo oscuro y dejar que los relámpagos fueran como puñales que me recuerdan el tiempo que llevo sin tropezarme con tus ojos claros.
Será culpa de la lluvia pero, sin duda, también es culpa mía.