Desde que no estás, ya no tengo ganas de mirar el teléfono cada treinta segundos.
Desde que no estás, ya no tengo a nadie a quién contarle cada día de mierda al que me tengo que enfrentar.
Desde que no estás, me paso las tardes tirado en el sofá sin ganas de abrir los ojos.
Desde que no estás, he envejecido tanto que ya no sé qué edad tengo.
Desde que no estás, buceo entre libros para olvidar quién soy en realidad.
Desde que no estás, mis historias no avanzan y se han quedado sin lectores.
Desde que no estás todo va mal.
Pero si lo pienso bien siempre han ido mal. Cuando llegaste, antes de que estuvieras, después de tu ausencia.
Quizá ha llegado la hora de admitir de una puta vez que la culpa es mía. De todo.