Sus miradas se cruzaron en aquel bar, a las doce en punto de la noche de un jueves cualquiera, un día sin fecha, sin nada que celebrar. Sus miradas se cruzaron y cada uno se fue por su parte, con la sensación de perder a alguien importante en el centro del pecho, con el sentimiento de haber perdido la oportunidad de sus vidas en la cabeza.
A veces, simplemente se conecta, se entra en combustión, llega alguien que transforma el momento y que detiene el tiempo con un leve pestañeo. Sin grandes aspavientos, sin tratar de llamar la atención, de una forma sencilla y casi imperceptible llega ella y te desmonta tan sólo acariciando tu barbilla, dejando un beso en tu mejilla.